A "mil
leguas" y… lejos de la normalidad lectiva decidimos destinar un ratito a los juegos de mesa. Pedagógicamente, gozan de un valor educativo que no deberíamos pasar por lo
alto.
El australiano Giles Pritchard, desde el rincón del profesor en Boardgamenews, ha escrito una
columna para convencer al profesorado de las virtudes de los juegos de mesa en
el aula.
¿Por qué usar juegos de mesa en la
escuela?
Los juegos de
mesa pueden ser una buena herramienta educativa debido a las habilidades que se
utilizan que son necesarias en una partida, el ejercicio mental que estimulan,
y por supuesto su adecuada duración (alejada de las interminables partidas de
Monoploy). Al publicarse cientos de juegos de mesa cada año por todo el mundo,
muchos de ellos proporcionan beneficios desde el punto de vista pedagógico. De
hecho, se puede encontrar un juego adecuado para cada área temática en
cualquier programación.
Las
habilidades más relevantes que se estimulan con los juegos están entre las más
importantes a las que un sistema educativo puede aspirar: las habilidades inter-
e intra- personales, para un trato respetuoso y comprensivo en la relación con
otras personas. La mayor belleza de los juegos de mesa es que se juegan en
grupo con otras personas. Sea un grupo de amigos, de completos desconocidos, o
una mezcla de ambos tipos de personas, la partida de un juego está enfocada en
su interacción social, y durante ese tiempo cada persona puede beneficiar a
veces y molestar otras, al resto de jugadores. Todas estas interacciones,
combinadas con que (generalmente) en cada partida sólo hay un ganador,
significa que las personas que juegan aprenden – o deben aprender – a tratarse
amablemente, comportarse de forma adecuada dentro de la partida, y poner en
práctica el mejor espíritu deportivo de las Olimpiadas (Lo importante es participar – jugar, en este
caso). Pero además existen juegos cooperativos, en los que las personas juegan
juntas en la partida por un objetivo común – estos juegos son excelentes
herramientas sobre la dinámica de trabajo en equipo.
Se pueden
elegir juegos para cubrir una determinada necesidad pedagógica, para centrarse
en una lección específica, para reforzar conocimientos, o para ayudar al
profesorado a indagar cuánto de lo enseñado ha interiorizado de verdad el
alumnado, o para aplicar los conocimientos fuera del contexto en que se
aprendieron - esto es, ir más allá del mero aprendizaje.
Pero los juegos son además divertidos de
jugar, y ese aspecto nunca debe ser olvidado pese a las enseñanzas pedagógicas serias que se
quieran también inculcar. Precisamente por la diversión de jugar es por lo que
los alumnos y alumnas pueden interesarse en un juego de mesa, y es precisamente
por la diversión al jugar por lo que continuarán implicándose en la partida,
más allá del refuerzo pedagógico para el que se pretenda usar el juego.
Un rato divertido...¿repetimos?
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